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La actualidad que rodea al sistema de pensiones en España, con las manifestaciones por parte de los jubilados, todos los lunes, delante de los ayuntamientos de sus respectivas ciudades está generalizando un debate, ¿habrá pensiones en el futuro?
Es importante, antes de hacer cualquier interpretación, conocer el funcionamiento de dicho sistema. Éste, depende íntegramente de la Seguridad Social. Se trata de un sistema de reparto, es decir, se recauda, gracias a las cotizaciones sociales que generan los trabajadores y que pagan las empresas y, ese saldo, se distribuye automáticamente entre los beneficiarios de alguna prestación. Hay quien lo asemeja a un sistema piramidal, ya que, los cotizantes o trabajadores, depositan su dinero hoy en una hucha para que reciban el dinero los jubilados de hoy, con la esperanza de ser ellos los beneficiarios en 20, 30, 40 años… Cabe destacar, que no sólo los fondos destinados a pensiones de jubilación consumen saldo de esta partida, sino también viudedad, orfandad, dependencia… aunque es cierto, que el colectivo más numeroso es el de jubilados.
En el caso de que se ingrese más dinero (cotizaciones) de lo que supone el gasto en pensiones, se genera un superávit o se incrementa la famosa hucha de las pensiones. Por el contrario, en caso que las pensiones representen un importe mayor del que se ingresa por cotizaciones a la seguridad social, el sistema incurre en un déficit.
Desde el año 2012, el sistema de pensiones es deficitario, es decir, se consume saldo de dicha hucha ya que las cotizaciones, no son suficientes para hacer frente al pago de las pensiones
La Seguridad Social registró un déficit de 16.793,3 millones de euros a 31 de diciembre de 2019, lo que supone el 1,34% del PIB.
Esta situación surge fruto de la erosión del sistema por ambos lados, tanto por el lado del gasto en pensiones, mayor número de jubilados, como por la disminución del ingreso por cotizaciones.
El déficit que presenta en la actualidad la hucha de las pensiones, que comienza en 2012, tiene su origen en la crisis del 2008. La última crisis generó un desempleo muy pronunciado y, por tanto, una reducción sustancial de las cotizaciones sociales. Al mismo tiempo, cada vez más ciudadanos alcanzan la edad de jubilación y, por ende, se convierten en beneficiarios de una pensión.
La demografía que presenta el país acentúa el problema dado que las jubilaciones se prevén cada vez mayores, más si cabe, como consecuencia de la generación babyboom, aquellos nacidos entre los años 1958 y 1977, época en la que se produjeron 650.000 nacimientos anuales y que empezará a jubilarse en 2023.
Aunque tras la crisis se ha ido reduciendo la tasa de desempleo, el empleo generado, no es de la suficiente calidad como para compensar el auge de las pensiones. Cada trabajador genera, de media y de forma aproximada, una cotización aproximada a la seguridad social de entorno al 30% de su salario. Cuota que paga la empresa y se destina a hacer frente al pago de pensiones. Por tanto, si el empleo que se genera mantiene un nivel salarial contenido, el 30% de esos salarios no es suficiente para hacer frente a las pensiones que en muchos casos son mayores a los propios salarios.
Esta problemática es una preocupación importante ya que afecta tanto a pensionistas como a la población en edad activa que en el futuro espera recibirla. Aunque no cuenta con una fácil solución porque requiere de medidas muy impopulares, es un asunto a abarcar más pronto que tarde por el bien de todos.
Lo que evidencia esta situación es la necesidad de desarrollar ahorro privado que sirva como complemento a esas, cada vez más cuestionadas, pensiones públicas.