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Inflación, ¿en qué nos hemos metido?

El 2022 fue el año en que dos viejos fantasmas, bien conocidos pero que creíamos olvidados, resurgieron con fuerza en Europa.

El primero y el más temible, la guerra, ha llevado a muchos países a un escenario que no conocían desde la guerra fría, y que muchos de nosotros creíamos que no tendríamos la mala suerte de conocer. El segundo fantasma que resurge es la inflación, alcanzando niveles que no se veían desde hace más de 30 años y cambiando el curso de la política económica a nivel mundial.

La inflación, aunque no derrama sangre ni destruye ciudades, es sabido que también puede ser devastadora ya que, si no es debidamente controlada, tiene la capacidad de comprometer el desarrollo de un país y la prosperidad de sus generaciones futuras.

Durante el 2022 se ha hablado largo y tendido sobre las causas y efectos de la inflación. La guerra y el sucesivo encarecimiento de la energía y de las materias primas, han sido señalados como detonante principal del incremento generalizado de precios. También se ha dicho que el ahorro generado y los incentivos desplegados durante los años del Covid han sido el caldo de cultivo que lo han hecho posible. El encarecimiento de la vida y los intentos del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal por domar la inflación coparon los titulares del año.

Pero entre todo el ruido, ha sido difícil encontrar análisis concienzudos que ayuden a despejar la mente y tomar mejores decisiones ante esta situación. ¿Qué es la inflación y qué la produce? ¿Por qué es tan importante que se han creado instituciones enteras solo para poder controlarla? ¿Qué factores han llevado al resurgir de la inflación en 2022? ¿Qué claves encontramos en la historia reciente que nos ayuden a actuar mejor ante esta situación?

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